-Ronda de Poesías-

Fría Amante

La habitación a media luz, en la mesa un candelabro,
la llama de la vela crepita sombríamente, la cera se derrite,
el rostro que contrasta en la tenue oscuridad.
No sonríe, no llora, no se aflige, es una cara de muñeca.
Lóbrega es su aura, que despide odio y sinsabores,
amargos sus ademanes en aquel cuarto olvidado por dios.
Cualquier romántico no hubiese podido describir su hermosura,
las palabras hubieran escaseado para expresar su belleza.
Una Venus terrenal, una diosa en la tierra.
Marmórea era su piel, brillantes sus ojos ámbar,
dulce la cadencia de su voz, finos los rasgos de su cara.
Frágiles sus manos aristocráticas, seductores sus gemidos de dolor,
una sirena desenmascarada.
Claman los querubines en la tierra, por la mujer de belleza celestial.
Vacía de alma, de emociones; desbordante de angustia, de insensibilidad.
Quieran los ángeles del cielo, purgación para la pobre condenada,
que no caiga, que no caiga, que no pierda sus alas;
que no caiga al abismo esta pobre belleza condenada.

A mis amigos

Amigo mío que estas a mi lado,
en las buenas y en las malas,
que siempre renunció a todo por mí,
debes saber que no lo olvido,
te quiero y espero que seas feliz.

Caminamos el mismo camino,
y a veces nos separamos,
para volver a encontrarnos tiempo después,
y descubrir que nada ha cambiado.

Eres luz en mi noche oscura,
carbón en la llama de mí corazón,
mí bastón cuando estoy lastimado,
y mi guía cuando no sé a dónde voy.

A veces nos perdemos juntos,
pero contigo me siento seguro,
no importa a donde nos guíen nuestros pasos,
siempre que estés a mi lado.

Las palabras para expresar,
todo el amor que te tengo,
eres mi amigo, eres mi hermano,
Mi compañero del alma que nunca me ha abandonado.

Solo espero algún día,
que logres la felicidad,
por ahora, amigo mío,
solo puedo decirte: ¡Gracias!

Mi corazón se derrite ante el fuego de tus labios,
mi esencia se despedaza ante el sonido de tú voz,
a veces deseo que me ames, y a veces deseo odiarte con todo mi corazón.
Siento que no te conozco, pero que quiero hacerlo,
y a veces te odio, y a veces te quiero.
¿Por qué no me dices nada?
¿Por qué te quedas callada?
¿Qué es lo qué sella tu boca y silencia tus palabras?
Me miras con tu cara de muñeca, muy blanca,
con tus ojos azules, de cristal opaco.
Solo puedo hablar de tí.
Y a pesar de ello ¡No me dices nada!
¡Callada te quedas en este drama!
Callada te quedas en este drama...
Oh, pequeña y dulce dama...
No me ignores, dime sino me amas,
y deja de jugar con el dolor de este poeta,
que no busca otra cosa que tú felicidad...
Que no busca otra cosa que alguien a quién amar...
¿Por qué? ¿Por qué?
¿Disfrutas con mi agonía?
¿Tan excitante es mi angustia?
¿Te causa orgasmos de placer el verme sufrir así?
Como un perro lastimado, como un pobre desgraciado...
¿Tan deliciosas son mis lágrimas con las qué pareces alimentarte y por las qué pareces relamerte?
¿Tan dulce es el óbito, niña? ¡Responde! ¿Tan dulce es?
¿Seductora te sientes sin pasión alguna?
¡Estas muerta en vida! ¿Me oyes? ¡Muerta en vida!
Me llevas al abismo, y a pesar de todo, te sigo.
Y caeré. Sé qué caeré. Y no me importa.